Nuestro patrón nace en torno al siglo IX en los alrededores de la sierra de Parapanda. Su vida se desarrolla en un ambiente de dominación musulmana ya que, desde el siglo VII, la mayor parte de la península había sido conquistada y se había conformado un gobierno bajo la forma de Emirato, cuya capital era Córdoba.
Durante la etapa andalusí existía una cierta tolerancia entre el cristianismo, el islam y el judaísmo. Así, convivían personas de distintas religiones sin mayor problema. Es importante conocer que existían dos ‘categorías’, por un lado, los muladíes, que fueron los cristianos que se convirtieron al islam, y por otro lado los mozárabes, es decir, los cristianos que siguieron profesando su religión estando en territorio musulmán.
San Rogelio formaba parte de la comunidad mozárabe de Íllora, y ver cómo miembros de su comunidad se pasaban a profesar la fe musulmana tan sólo por los beneficios económicos que esto les generaba (debían pagar menos impuestos), provocaba en él -que era un ferviente seguidor de la fe cristiana- un gran desagrado. Por ello decidió hacerse ermitaño y dedicar su vida a la oración en una apartada cueva de la Sierra de Parapanda.
Con esta situación, llegado el año 852 San Rogelio recibe la visita de un monje sirio llamado Servideo (traducción cristiana de su verdadero nombre: Abdalláh). Juntos deciden ir a Córdoba, capital de todo al-Andalus en esos momentos, para promulgar la fe cristiana. Pero ambos santos fueron demasiado osados y se atrevieron a predicar la fe en la mismísima mezquita de Córdoba. Este hecho obviamente resultó un ataque para los musulmanes que allí estaban, los cuáles se sintieron muy ofendidos por difamar la fe islámica en un espacio tan sagrado para ellos. Este episodio acabó con la detención de San Rogelio y San Servideo y su encarcelación hasta su juicio. Aún estando encarcelados siguieron predicando su fe y negando la islámica. Así, llegado el día del juicio, fueron condenados por injurias y profanación en un lugar sagrado. La condena suponía la muerte para ambos, pero esto no causó cobardía en ellos, sino que acrecentó su fe, ya que iban a dar su vida por la religión. En su martirio, el día 16 de septiembre, se les cortaron las manos, los pies y por último la cabeza. Por ello podemos ver que, en las imágenes santas de San Rogelio, aparece con un corte en su cuello, símbolo de cómo fue martirizado.
San Rogelio y San Servideo fueron los últimos mártires cristianos en la historia de al-Andalus, prohibiéndose por ley los llamados ‘mártires voluntarios’1.
1. Parte de la historia de San Rogelio aparece narrada en la obra de San Eulogio de Córdoba.
De esta forma, San Rogelio entraría a formar parte del santoral cristiano y contribuiría a la formación de la identidad religiosa de Íllora. El 16 de septiembre es festivo en el municipio y después de una Santa Misa en su honor, es procesionado a hombros de los costaleros de la hermandad Patronal, recorriendo las calles rodeado por una multitud de personas.
En la Iglesia de la Encarnación de Íllora, se custodia un tesoro muy particular: una reliquia de San Rogelio. Guardado con celo en un hermoso relicario de plata, se contienen los restos de San Rogelio y de los demás mártires que como él murieron en Córdoba. La Hermandad de San Rogelio, con más de 400 años de existencia, cuida del culto a la reliquia, así como de la imagen, el estandarte, la cruz de guía, etc.
Para seguir conmemorando su importancia para el pueblo, el 16 de septiembre de 2006, se inauguró una bella estatua del santo, obra del artista Venancio Sánchez, en una de las rotondas más céntricas de Íllora.
Actualmente la cueva de San Rogelio es visitable, aunque su estado de conservación no es muy bueno debido al paso del tiempo, es un bonito lugar donde evocar el lugar donde vivió el santo más importante para nuestro municipio, así como un buen paseo por el medio natural de nuestro pueblo. Actualmente la entrada a la cueva está bloqueada, ya que es muy peligroso acceder a este lugar y tan sólo se visita de forma científica y con un equipo de espeleología.